En sostenibilidad, al igual que en muchos otros casos de administración empresarial, los mecanismos de comunicación ya sean con los actores internos de una organización, así como con los agentes externos, juegan un papel clave y decisivos.
Desde hace algunos años atrás, lo más usual para las empresas que ya han implementado o están implementando estrategias o planes de sostenibilidad, es presentar anualmente las Memorias de Sostenibilidad que son prácticamente las mismas anteriormente denominadas Memorias Corporativas, a las cuales hoy se incluyen los componentes de responsabilidad social y ambiental. Estas memorias en definitiva son un ensayo de transparencia y rendición de cuentas de la Alta Gerencia, y que según el Estudio “Integración de la Sostenibilidad en la Estrategia de Negocios” realizado por AmCham-Chile y la Universidad Adolfo Ibáñez en junio 2022, la mayoría de las empresas (69%) entrega información de sostenibilidad a sus Stakeholders a través de una memoria de sostenibilidad que en la mayoría de los casos (59%) se publica en conjunto con la memoria de información financiera.
Pero ¿qué se debe comunicar desde lo estratégico? En este punto, y para ejemplificar las definiciones que una empresa toma en relación con la sostenibilidad, se presenta el caso de nuestro Network TGS (Think Global Sustainability), en donde se identifican las prioridades organizacionales para las acciones e indicadores alineados a los factores ESG (Environmental, Social and Governance). En la práctica, lo relevante siempre será comunicar sobre las definiciones estratégicas sobre las cuales se está trabajando según su propia naturaleza empresarial, dígase en temas de igualdad de género, responsabilidad social, vinculación comunitaria, consumo de energía, mediciones de emisiones, huella de carbono, capacitación o formación de colaboradores, etc.
Si bien se podría decir que las publicaciones sobre sostenibilidad son de libre estilo comunicacional, en los últimos años se han emitido ciertas referencias internacionales para su elaboración como las normas ISO 26000 y principalmente los estándares GRI (Global Reporting Initiative), bajo los cuales es posible estructurar la información e indicadores a ser comunicados. El principal foco de atención de los grupos de interés sobre una empresa, que es la creación de valor y su estabilidad o riesgos económicos, son los Análisis de Doble Materialidad (materialidad financiera y no financiera) en donde se exponen con claridad los factores financieros, y básicamente su asociación e impacto con las acciones de sostenibilidad empresarial.
Siendo el aspecto financiero lo más sensible para el mercado, los accionistas, inversionistas, financistas y en general para Stakeholders externos, especialmente quienes tienen interés o hacen seguimiento de aspectos como reputación, marca o prácticas socio ambientales, la regulación internacional progresivamente ha emitido normas para facilitar el entendimiento de los reportes corporativos a partir de la información financiera. En este sentido, desde junio del 2023 los IFRS (International Financial Reporting Standards) ha dispuesto la aplicación obligatoria y universal de los Estándares S1 (Requisitos generales para revelación de información financiera relacionada con sostenibilidad) y S2 (Información a revelar relacionada con el clima).
Paralelamente a lo anterior, los países que cuentan con Mercados de Valores activos y profundos, con el objetivo que los inversionistas y el público en general puedan evaluar y seleccionar aquellas alternativas en que estarían mejor resguardados sus intereses de inversión y financiamiento, han emitido protocolos de carácter normativo con un enfoque de reporte integrado con requerimientos de información sobre el perfil de la entidad, su gobierno corporativo, sistema de gestión de riesgos, estrategia y modelo de negocios, en definitiva que sea posible distinguir aquellas compañías mejor preparadas para identificar, cuantificar y gestionar sus riesgos. Un ejemplo de esto es la Norma de Carácter General N° 461 (noviembre de 2021) emitida por la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) de Chile en donde se instruye la incorporación de temáticas de sostenibilidad y gobierno corporativo en la Memoria Anual de las entidades supervisadas.
No todo va bien en la comunicación de la sostenibilidad, ya que a pesar de todos estos esfuerzos para transparentar la información y reportes relacionados, en los últimos años existe preocupación global sobre el nivel de confianza de los consumidores respecto a las prácticas sostenibles de las empresas, por lo que este factor ocupó un importante espacio para análisis y debate en la COP28 (Dubai, diciembre 2023), ya que el “greenwashing” o “lavado verde” que son afirmaciones vacías o engañosas sobre los méritos ambientales o sociales de un producto o servicio ha sido catalogado como un riesgo potencial ya que no solamente tiende a erosionar la confianza de los consumidores, sino que también deprime las oportunidades de introducir mejoras con respecto a la reducción de los gases de efecto invernadero y al cambio climático, incide negativamente en la credibilidad de la empresa afectando su imagen corporativa, y paralelamente socava el papel de los reguladores. Al final del día, el llamado es a controlarlo al máximo, ya que el “greenwashing” es la propia amenaza creada al interior de la misma actividad empresarial.